El miedo ocupa su espacio

En el último post intentaba explicar qué hay detrás de una explosión emocional y que a través de la literatura y la experiencia haciendo terapia me ha llevado a observar que siempre hay alguna emoción que en su momento no fue validada o no fue expresada.

A veces se debe al contexto, otras por las creencias construidas en relación aquella emoción y lo que conlleva expresar esa emoción, otros porque con la persona con la que estoy siento que no me valida o me permite una expresión cómodo, o porque en este momento no tengo suficientes recursos…

En definitiva, las personas sentimos, sea lo que sea, y el mensaje que nos damos sobre lo que hemos oído influencia en lo que hacemos. Y al final, nuestro comportamiento está guiado por esta serie de pasos.

No es que haya una manera mejor o peor de hacer, simplemente (sin ser sencillo) que las relaciones y las interacciones humanas son complejas y lo que hago ahora y aquí seguramente lleva cierta carga de otras experiencias, es por ello, que considero saludable, por poco que sea, intentar tomar conciencia de lo que siento y lo que hago.

Intentar ponerle nombre, saber de qué se trata y cómo influye en la relación.

Con el tiempo he observado que la emoción que gana más puntos como líder de nuestras acciones es el MIEDO.

Se trata de la emoción que se encuentra presente cuando tenemos percepción de peligro en una situación que no podemos controlar (El tema del control daría para otro post). El hecho de no poder controlar la situación esto nos despierta inseguridad. Pero esta percepción puede ser real o imaginada, y física o psicológica, fruto del momento o experiencias previas.

La vida está llena de experiencias que nos despierta esta emoción, es inevitable, y suerte que existe. El tema es cuando esta emoción guía nuestras acciones y transforma en peligroso lo que no lo es, y no sólo eso, sino que lo transmitimos así en los más pequeños.

Pero como bien he dicho antes, la percepción de peligro es subjetiva y depende de la historia que la acompaña, así que no existe una regla general para decir a la gente esto da miedo y eso no. Porque si fuera así, sería cuestión de enseñarlo y educarlo. Podemos enseñar los peligros, pero no el control sobre el miedo que despiertan. Yo no puedo decirte a ti, lo que a TI no te da miedo. Te puedo hablar de mí, pero no de ti. Y si te transmito los míos, seguramente se sumarán a los tuyos.

Lo que sí que puedo hacer es acompañarte en tus miedos, para tomar conciencia y valorar si a pesar haya miedo, podemos hacer algo, mientras yo tomo conciencia de mis. Qué fácil no?

La pregunta sería: esto a ti te da miedo? Quieres que descubrimos conjuntamente qué hacer con ello que sientes?

Tal vez así, podremos ver qué pasa en nuestro interior y descubrir que la POR ocupa el espacio que ocupa.

 

Y por eso que quería compartir con vosotros algunos miedos que reconozco a terapia y en general en las personas que pueden guiar nuestras acciones:

Miedo a que no nos quieran

Miedo al conflicto

Miedo a decir NO y decir SI

Miedo a no tener un valor propio

Miedo a no tener el control

Miedo a ser diferentes

Miedo a ser comunes

Miedo a no ser felices

Miedo a la muerte y la vida

 

Os resuena alguna de ellas?